La Iglesia desde su inicio tiene muy claro que debe atender la mesa de los pobres y que esto es algo íntimamente unido a la mesa de la Eucaristía y de la Palabra, ya que el mismo Cristo está presente en la Eucaristía, en la Palabra y en la persona del pobre y afligido. Una prueba de esto es que los Apóstoles instituyen y confieren el Sacramento del Orden Sagrado a los primeros Diáconos para servir en la mesa de los pobres al mismo Jesús. Tengamos presente, entonces, que hay tres mesas: la mesa o Altar de la Eucaristía, la mesa o Ambón de la Palabra y la mesa del Pobre, a estas tres mesas estamos llamados como discípulos, como amigos del Señor. Esta misión es Evangelizadora, porque lleva el Evangelio, la Buena Noticia de Jesús. Se necesita del aporte de todos para servir la mesa, como aquellos cinco panes y dos peces del Evangelio, para que se produzca el milagro de la multiplicación. Entonces todos como Bautizados en la Iglesia nos cabe la responsabilidad de tener siempre bien preparadas estas mesas, para ello pedimos la colaboración, el aporte económico, para la “Obra de evangelización de la Iglesia”.
