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Diócesis de Zárate – Campana

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Compartimos La Semblanza del Padre Carlitos Carlos Antonio
Semblanza del Padre Carlitos Carlos Antonio nació el 24 de enero de 1941 en Angaco Sur, una localidad próxima a la ciudad de San Juan. Sus padres, inmigrantes italianos, se llamaban Luis y Catalina Bórbore; don Luis era viñatero y la Sra. Catalina ama de casa. Carlos tenía además tres hermanos: Franco, Rosa y José. Cuenta el mismo P. Carlos: “Mis viejos nacieron en el norte de Italia, cerca de la cuna de Don Bosco. De allá trajeron un gran cariño por el carisma de este santo. Vinieron alrededor del ´30 y se radicaron en una localidad llamada Angaco Sur, a treinta kilómetros de la capital de San Juan. Los cuatro hermanos fuimos creciendo en el ámbito de la presencia salesiana del pueblo.” En 1954 ingresó al Colegio “Don Bosco” de la capital sanjuanina. Al año siguiente se trasladó a la ciudad de Córdoba para hacer la experiencia del Aspirantado en la casa “Domingo Savio”. “Cuando tenía trece años, en un ya desaparecido tren, recorrí con mi viejo los ochocientos kilómetros de San Juan a Córdoba. Allá, el Seminario Salesiano con sus más de doscientos internos, se me convirtió en un desierto amargo por la distancia de los afectos. ¿Por cuál misterio de la vida habría de atravesarlo sin volver despavorido atrás?” En 1958 realizó el noviciado en San Ambrosio (Córdoba) haciendo su primera profesión religiosa el 29 de enero de 1959. Hará sus estudios filosóficos en la casa “Miguel Rúa” de Córdoba (1959-1961) y los de teología en la misma Provincia, en el “Instituto Villada” (1965-1968). En medio de sus estudios, el trienio práctico será en el Aspirantado “Domingo Savio” (1962-1964). “Como un linyera recorrí otros trece años llevando el bagayo de la esperanza que Alguien me regaló. Cientos de personas me ayudaron para que pudiera “digerir” el magisterio, la filosofía y la teología, en mi caso, la vida.” Lo terminará ordenando diácono Mons. Angelelli, entonces Obispo Auxiliar de Córdoba, el 30 de abril de 1968, y sacerdote Mons. Idelfonso María Sansierra, Arzobispo de San Juan, el 21 de diciembre de ese mismo año. Su lema sacerdotal fue: “El Espíritu del señor me ungió para llevar nuevas buenas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver y proclamar el año de gracia del Señor.” Recordará el mismo Carlos más tarde que ese año de su ordenación fue el mismo año de Medellín. En su tiempo por la ex Inspectoría de Córdoba, el P. Carlos trabajará en las Obas de Eugenio Bustos (Mendoza, 1969-1971) y de San Juan (1972- junio 1973). En su destino mendocino será catequista y consejero, mientras que en su tierra natal se desempeñará como encargado del Templo. “Mis cinco primeros años de sacerdote, en Mendoza y San Juan, se debatieron en la reñida confrontación interna y externa, entre diferentes modelos de Iglesia. Igual que otros innumerables cristianos y cristianas, había que definir si se quería seguir a Jesús desde los pobres o desde otro lugar.” A mediados de 1973 una nueva experiencia comenzará en su vida: en la Obra de San José en Rosario, en la antigua Inspectoría homónima, desde junio de 1973 y hasta finales de 1974, el P. Carlos comenzará a hacer su experiencia con la pastoral popular. Ese primer paso lo llevará luego a Zárate, también en el inicio de la Inspectoría de Rosario, donde permanecerá veintitrés años divididos en dos bloques de tiempo: 1975-1989 y 2008-2015. Nos dice Carlos: “A los treinta y dos años en otro tren, también desaparecido, me tocó recorrer mil doscientos kilómetros de San Juan a Buenos Aires. Gracias sean dadas a Dios: no era solo un recorrido geográfico sino también espiritual. A modo de luces en el camino iban apareciendo, cercanas y lejanas, personas grandes en la fe y en el amor, en la justicia y en la misericordia, señalando el rumbo para no perder de vista ni a Jesús ni a los pobres.” La Obra de Zárate, que en 1985 pasó a formar parte de la Inspectoría de Buenos Aires, daba sus primeros pasos de la mano del P. Carlos y dos salesianos más. Relata el P. Roberto Musante: “Marcó sobre todo su presencia muy fuerte en Zárate, donde en 1975, en plena víspera de la dictadura militar, fue a vivir con otros dos compañeros salesianos. Comenzaron a hacer su casita con los laicos. Trabajó en el frigorífico “Martín Fierro” de Zárate; allí pasó desapercibido trabajando como un obrero más durante casi dos años.” Muchos años en esta Casa salesiana forjaron fuertes vínculos que hasta el último momento se mantuvieron fieles, fuertes y vivos como en el primer momento. La otra Casa salesiana que contó largamente con la presencia del P. Carlos fue “Jesús Buen Pastor”, en Isidro Casanova (La Matanza). También en esa Obra su estadía, que se prolongó por poco más de catorce años, estuvo marcada por dos períodos: 1989-2007 y 2016-2017. Durante el primer período, el P. Carlos hizo una pausa de cinco para cuidar a su padre enfermo en San Juan; como bien dijera el P. Musante, “transcurrieron cinco años de ministerio al lado de su padre, cuidándolo con un cariño maternal, tratando de devolverle lo que ese papá le había dado de corazón.” Sus años en Buen Pastor dejaron huella. “El testimonio de Carlitos ustedes lo conocen: un hombre humilde, un hombre dispuesto siempre a escuchar, un hombre que tiene tiempo para todos y, sobre todo, para los más humildes. Carga su bicicleta y va de un lado para otro. Su enfermedad lo acompaña, porque sabemos que pasó varios años con un problema de asma bastante serio.” (P. Roberto Musante) “El P. “Carlitos” para todos, un sanjuanino de contextura robusta, ojos claros con miradas de “hermano”, de andar lento, pausado hablar. Carlitos es un sacerdote que nació para este ministerio […] el Padre es realmente un verdadero “apóstol”, ama lo que hace, acompaña a nuestra comunidad en todo momento, en las buenas y en las malas. Se interesa por el que sufre, por los que necesitan de él. Es el “Buen Pastor”. Con su enfermedad a cuestas, el asma, y su bicicleta despintada, recorre veinte cuadras para celebrarnos la Eucaristía todos los domingos, y también cuando lo necesitamos, para rezar un responso, acompañar a una familia, compartir una fiesta patronal… […] Bien sé que a él mucho no le gusta ser protagonista. Quiere pasar con un perfil bajo, inadvertido. Pero a mi entender, ¿cómo no celebrar esta entrega tan fuerte, tan honda, con tanto entusiasmo, de quien deja en nuestros corazones huellas tan profundas? En mí lo ha hecho.” (Miguel Ángel Ayala, de la comunidad de la capilla “Santa Rita” de Ciudad Evita). A fines del año 2016, la salud del P. Carlos comenzó a desmejorar. El “sanjuanino de contextura robusta” comenzó a debilitarse lentamente sin perder nunca, sin embargo, esa “mirada de hermano” de la que hablan los testimonios. En mayo de 2017 fue trasladado a la casa Zatti de Buenos Aires dada la necesidad, cada vez mayor, de cuidados especiales. A fines de agosto pasado el diagnóstico del mal que aquejaba al hermano se dilucidó completamente: tenía un tumor cerebral. Durante los últimos meses, acompañado de sus hermanos de Isidro Casanova, de Casa Zatti y de una gran cantidad de laicos y laicas, el P. Carlitos continuó dando desde el dolor de la enfermedad un impactante testimonio. Hasta el final de sus días, en la gente que lo visitó y en los hermanos que se acercaron, “Carlitos” testimonió la fraternidad del Reino. Datos para el Necrologio El P. Carlos Antonio Barbero nació el 24/01/1941 en Angaco Sur (San Juan) y falleció el 16/09/2017 en Buenos Aires. Tenía 76 años de edad, 58 de profesión religiosa y 48 de sacerdote. Fue Director 1 año.
Fuente: gentileza Obispado de Laferrere

 

 

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