HOMILÍA DEL VIERNES: LAS DISCUSIONES EN LA IGLESIA DEBEN LLEVAR A LA UNIDAD, FIELES AL ESPÍRITU SANTO
Hoy, día de la fiesta de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, el Papa Francisco ofreció por su patria la Misa que celebró en Santa Marta.
El Pontífice invitó a los fieles a secundar los movimientos que produce el Espíritu Santo en cada uno de nosotros y en toda la Iglesia: movimientos que aparentemente parecen provocar confusión, y que en cambio desembocan siempre en la unidad.
El Papa recordó que «Jesús había prometido a los apóstoles el Espíritu Santo, y había dicho que el Espíritu Santo les enseñaría muchas cosas y les recordaría cuanto Él les había enseñado».
Así, «desde el mismo día de la venida del Espíritu Santo, comenzaron a moverse las aguas». Es Dios el que mueve las aguas de la Iglesia; y cada vez que los cristianos, comenzando por los Apóstoles, se han confrontado con franqueza y en el diálogo, sin fomentar traiciones y “acuerdos” internos, han comprendido siempre lo que era justo hacer, gracias a la inspiración del Espíritu Santo.
Francisco profundizó este tema guiado por los Hechos de los Apóstoles refiriéndose a las situaciones de confrontación y de choque que vivió la primera comunidad cristiana.
En el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles (22-31), se narra que «un grupo de cristianos, muy apegados a la ley judía, quería imponer las condiciones judías a los nuevos cristianos antes de bautizarlos: por ejemplo la circuncisión y otras cosas».
Pero «Pablo dijo no». He aquí, entonces, que «comenzó la lucha interna entre ellos, las aguas se movieron». Se lee, en efecto, que entre ellos habían fuertes discusiones.
Y «¿cómo resolvieron el problema? Se reunieron y cada uno dio su juicio, dio su opinión; discutieron, pero como hermanos y no como enemigos: no hicieron “acuerdos” fuera para vencer; no fueron al encuentro de los poderes civiles para imponerse; no mataron para triunfar: buscaron el camino de la oración y del diálogo».
Y así, los «que eran precisamente sus contrarios dialogaron y se pusieron de acuerdo: esto fue obra del Espíritu Santo».
El Papa subrayó que la decisión final se tomó en la concordia. Y sobre esta base escribieron una carta a los hermanos que provenían del paganismo. El proceso, en definitiva, acaba encontrando «el acuerdo de todos».
Precisamente «este —dijo el Papa Francisco— es el camino del Espíritu Santo, esta es la obra del Espíritu Santo». Porque es Él «quien mueve las aguas, el que causa un poco de desorden, y parece que hay tempestad, tormenta —pensad en el día de Pentecostés— y después crea armonía, unidad: tiene estas dos características».
«Una Iglesia en la que nunca hay problemas de este tipo —añadió— me hace pensar que el Espíritu no está muy presente». Y, del mismo modo, «en una Iglesia donde siempre se discute y se forman grupos y los hermanos se traicionan el uno al otro, ahí no está el Espíritu».
De hecho, «el Espíritu es el que crea la novedad, mueve la situación para ir hacia adelante, crea nuevos espacios, crea la sabiduría que Jesús prometió: “Él os enseñará”». El Espíritu, por lo tanto, «mueve pero al final crea también la unidad armoniosa entre todos».
He aquí lo que «nos enseña esta lectura», recapituló el Papa Francisco. Y al proseguir la celebración, pidió «al Señor Jesús, que estará presente entre nosotros, que envíe siempre el Espíritu Santo a nosotros, a cada uno de nosotros; que lo envíe a la Iglesia y que la Iglesia sepa ser fiel a los movimientos que causa el Espíritu Santo».
Fuente: www.news.va