En la solemnidad de la Ascensión del Señor, nuestro Obispo Oscar confirió la Orden del Diaconado a Cesar Javier Mesa- en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, de los PP. Rogacionistas, en Campana- . El neo- diácono Cesar – oriundo de Córdoba-, se continuará preparando para ser sacerdote de la familia Rogacionista. Lo acompañaron especialmente familiares, amigos (provenientes inclusive de Brasil) y sacerdotes que han formado parte de su formación, ademas del clero local y seminaristas de nuestro seminario San Pedro y San Pablo.
También miembros de la comunidad de la parroquia y laicos de la Familia Rogacionista estuvieron presentes.
En el día de la fecha, también se conmemora el 12° aniversario de consagración Episcopal de Monseñor Sarlinga (quien la recibió el 17 de mayo de 2003, en la Iglesia Catedral Basílica de Nuestra Señora de las Mercedes, arquidiócesis de Mercedes-Luján) y la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
FIESTA DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR. BENEDICTO XVI NOS LA EXPLICA
“Cuarenta días después de la Resurrección —según el libro de los Hechos de los Apóstoles—, Jesús sube al Cielo, es decir, vuelve al Padre, que lo había enviado al mundo. En muchos países este misterio no se celebra el jueves, sino hoy, el domingo siguiente.
La Ascensión del Señor marca el cumplimiento de la salvación iniciada con la Encarnación. Del mismo modo que por nosotros Jesús bajó del Cielo y por nosotros sufrió y murió en la cruz, así también por nosotros resucitó y subió a Dios, que por lo tanto ya no está lejano.
Por esto, los discípulos cuando vieron al Maestro elevarse de la tierra y subir hacia lo alto, no experimentaron desconsuelo, como se podría pensar; sino una gran alegría, y se sintieron impulsados a proclamar la victoria de Cristo sobre la muerte. Y el Señor resucitado obraba con ellos, distribuyendo a cada uno un carisma propio.
Queridos amigos, la Ascensión nos dice que en Cristo nuestra humanidad es llevada a la altura de Dios; así, cada vez que rezamos, la tierra se une al Cielo. Y como el incienso, al quemarse, hace subir hacia lo alto su humo, así cuando elevamos al Señor nuestra oración confiada en Cristo, ésta atraviesa los cielos y llega a Dios mismo, que la escucha y acoge.
Supliquemos, por último, a la Virgen María para que nos ayude a contemplar los bienes celestiales, que el Señor nos promete, y a ser testigos cada vez más creíbles de su Resurrección, de la verdadera vida”.
Fuente: www.news.va